Cada 3 de junio se celebra el Día Mundial del Pie Equino Varo, una fecha destinada a visibilizar una condición congénita que afecta a miles de recién nacidos cada año, y que, aunque poco conocida, tiene solución cuando se diagnostica y trata a tiempo.
Esta jornada internacional tiene como objetivo promover la concienciación, apoyar a las familias que enfrentan el desafío y destacar los avances médicos que han transformado el pronóstico de quienes nacen con esta afección.
El pie equino varo (conocido también como pie zambo) es una deformidad congénita que hace que el pie del bebé se presente girado hacia adentro y hacia abajo. En algunos casos afecta un solo pie; en otros, ambos.
Si no se trata adecuadamente, puede provocar serias dificultades de movilidad, dolor crónico y discapacidad en la adultez. Sin embargo, el mensaje principal de este día es de esperanza: más del 95% de los casos pueden corregirse con éxito, sin cirugía, si se interviene en los primeros meses de vida, gracias a métodos como el revolucionario protocolo de Ponseti.
La elección del 3 de junio no es casual. Esta fecha rinde homenaje al nacimiento del doctor Ignacio Ponseti, el médico español que desarrolló la técnica no quirúrgica más efectiva para tratar el pie equino varo. Su método, basado en manipulaciones suaves y yesos semanales, ha cambiado la vida de millones de niños y niñas en el mundo. Su legado es también un llamado a la equidad médica: su técnica es eficaz, de bajo costo y accesible para países con recursos limitados.
Aunque la prevalencia global de esta condición es significativa —se estima que 1 de cada 1,000 bebés nace con pie equino varo— sigue siendo poco conocida. En muchos contextos, la falta de información genera retrasos en el diagnóstico, tratamientos inapropiados o abandono del seguimiento, con consecuencias permanentes para el niño. Por eso, el Día Mundial del Pie Equino Varo es mucho más que una efeméride: es una plataforma para educar, derribar estigmas y abogar por el derecho universal a caminar.
Una condición, miles de historias de superación
Las historias detrás del diagnóstico suelen tener un comienzo difícil: confusión, miedo, incertidumbre. Pero también están llenas de valentía. Madres y padres que aprenden a poner férulas, a cuidar de pequeños pies con yesos, que luchan contra sistemas de salud ineficientes y que celebran cada pequeño avance como una victoria. Este día es también para ellos: para reconocer su rol esencial en el proceso terapéutico y su incansable amor.
Numerosas organizaciones y centros de salud conmemoran la fecha con actividades que van desde jornadas de detección temprana, charlas educativas y caminatas simbólicas.
El acceso equitativo como reto global
En los países en desarrollo, la brecha en el acceso a diagnóstico y tratamiento es aún amplia. Muchas veces, las barreras no son médicas, sino económicas, geográficas o culturales. En algunas comunidades, el pie equino varo se asocia erróneamente con malformaciones irreversibles o se vincula con estigmas sociales. En otras, simplemente no hay personal formado para aplicar el método Ponseti, o no se dispone de los insumos básicos para mantener el tratamiento.
Por eso, la lucha por visibilizar esta condición también es una lucha por justicia social y equidad en la salud infantil. El compromiso no debe ser solo de médicos y familias, sino de los sistemas públicos, los gobiernos y la comunidad internacional.
Un paso a la vez, hacia un futuro mejor
El Día Mundial del Pie Equino Varo nos recuerda que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino también acceso, dignidad y oportunidades. Cada niño que aprende a caminar sin dolor, que puede correr tras una pelota, bailar o simplemente estar de pie sin miedo, representa el triunfo de la ciencia, la empatía y la voluntad colectiva.
Hoy celebramos a quienes caminan por primera vez después del tratamiento. A los médicos y terapeutas que dedican su vida a corregir la marcha de los más pequeños. A las madres que no se rinden. Y a las comunidades que, paso a paso, avanzan hacia una inclusión real.